martes, 1 de junio de 2010

Exiliados, víctimas del olvido

Etiquetas: Lugo, gente, Vázquez Gayoso, Ángel Díaz, José Almoina, emigración

30/05/2010 - Arsenio Coto / El Progreso (Lugo)

MERECEN que se escriba alguna línea más sobre ellos en la historia de la Galicia del siglo XX. No sólo no han recibido el reconocimiento debido, sino que en su tierra natal, distanciada por un océano y por una frágil memoria, prácticamente son unos desconocidos. El suyo fue un viaje al exilio sin retorno. No sólo quedó en el anonimato la persona, como le sucedió a miles de represaliados, sino también la obra. Son intelectuales, profesionales liberales… que formaron parte de ese destierro obligado a raíz de la defensa de aquello en lo que creían.

Un ejemplo de ese ostracismo histórico es Jesús Vázquez Gayoso, especialista en derecho indiano que vino al mundo en 1909 en A Pontenova. En su época de universitario en Madrid participó activamente en política y cuando estalló la guerra intervino como miliciano en el frente. Su exilio pasó por Francia, Cuba y y Panamá, país en el que fue decano de la Facultad de Derecho durante dos años, hasta que a fi nales de 1944 se asentó en Venezuela.

En ese país fue cónsul desde 1945, cuando el ejecutivo rompía relaciones diplomáticas con la dictadura franquista y reconocía al gobierno de la República en el exilio como el legítimo de España, hasta que las retomó casi cuatro años después.

"Foi a táboa de salvación de centos de exiliados e inmigrantes irregulares españois. Gracias a él puideron ter residencia legal", destaca el escritor e investigador Xurxo Martínez Crespo. A fi nales de la década de los 40 existían en ese país latinoamericano campos de internamiento para los inmigrantes que arribaban sin papeles, que después eran deportados.

Vázquez Gayoso consiguió visados para que cientos de compatriotas pudiesen quedarse. El riesgo de repatriación era una inquietante amenaza para esos represaliados que se jugaban la vida si tenían que volver a la tierra de la que habían huido.

La repulsa del ejecutivo venezolano a la dictadura franquista y la presencia de Vázquez Gayoso ejercieron una especie de efecto llamada. Se produjo, según Martínez Campo, una llegada "masiva de barcos con inmigrantes clandestinos", sobre todo vascos, gallegos y canarios. "Pasaban un ou dous meses en alta mar", como asegura, para realizar 5.000 kilómetros de singladura.

Vázquez Gayoso promovió además entre los centros españoles en Caracas la creación de una institución benéfica común que acogiese a los exiliados y tuvo una prolífica actividad articulista en los principales periódicos de la época.

Dejó el país tras el golpe de Estado a Rómulo Gallegos. Se trasladó a México, en donde fue ministro del gobierno de la República en el exilio y en donde falleció en 1970.

Médico investigador
Otro represaliado lucense que tuvo su protagonismo en el exilio, pero del que no se ha hecho eco su tierra, es el facultativo Ángel Díaz Vázquez, nacido en Ribadeo en 1912, que fue "o pai da investigación das enfermidades endémicas do Trópico" en Venezuela, según afirma Martínez Crespo.

Ángel Díaz se licenció en 1936 en la Universidad de Madrid. Ejerció como militar médico al servicio de la República durante la guerra civil. Cuando ésta concluyó se exilió en Venezuela, en donde coincidió con Vázquez Gayoso.

Sus primeros pasos ya se encaminaron hacia la investigación. Se encontró con que la mayoría de los médicos ejercían en las urbes. El rural estaba desatendido. Ángel Díaz, que fue uno de los fundadores del republicano Lar Gallego, fue de destino en destino a lo largo del país hasta que en 1957 fue trasladado a Caracas, en donde durante cinco años fue coordinador del
Instituto de Medicina Tropical.

Díaz, que dio acomodo en Venezuela a sus ocho hermanos, que se habían quedado en Ribadeo, realizó más de una treintena de trabajos que fueron publicados en ese país sudamericano y en Estados Unidos. Fue miembro en la prestigiosa Royal Society of Tropical Medicine and Hygiene de Londres. El congreso venezolano le otorgó las órdenes de Francisco de Miranda y de Andrés Bello. En 1985 falleció a los 73 años en Maracay.

Novelado
"Olvidas que esas pendejadas no las escribiste tú, que no sabes escribir tu nombre sin faltas gramaticales, sino el gallego traidor de José Almoina, pagado por mí. ¿No sabes lo que dice la gente? Que las iniciales de Falsa Amistad, F y A, quieren decir: Fue Almoina".

Éste es un párrafo de la novela de Mario Vargas Llosa ‘La fiesta del chivo’. El dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo mantiene una conversación con su esposa. El aludido, José Almoina, es un lucense exiliado que llegó a ser secretario particular del déspota
caribeño.

La figura de Almoina ha sido recuperada sólo en parte gracias a dos recientes biografías, una publicada al otro lado del charco, obra del profesor e investigador de la Universidad de Michoacán (México) Salvador Morales Pérez, y otra a éste, escrita por Xurxo Martínez Crespo.

"Almoina es una figura que prestigia Galicia y ésta tiene una deuda con él", considera Salvador Morales.

El intelectual lucense, que a mediados de los años 40 llegó a ocupar una oficina en el palacio presidencial de Trujillo, fue abatido a tiros por dos sicarios en mayo de 1960 en México por encargo de John Abess García, la mano siniestra del tirano.

Su sentencia de muerte fue combatir con la pluma una de las dictaduras más sangrientas de Latinoamérica, a la que se atribuyen más de 30.000 asesinatos en tres décadas. Su verdugo no le perdonó que publicara la obra ‘Una satrapía en el Caribe’. De nada le sirvió que lo hiciera bajo el seudónimo de Gregorio Bustamente.

Almoina nació en 1903 en la antigua calle Castelar de Lugo, actualmente Rúa do Teatro. Se licenció en filosofía y letras en la Universidad de Santiago de Compostela. Era políglota, hablaba ocho idiomas, masón y militante del PSOE. Huyó a Francia tras el golpe de Estado de 1936. Manuel Azaña lo nombró vicecónsul en Toulouse.

Al concluir la guerra civil española marchó a la República Dominicana. Fue uno de los pocos países que acogieron a refugiados españoles, unos 4.000 en aquella época. En ese país fue primero tutor del hijo mayor del tirano, Ramfis, y después su secretario particular durante dos años, tras lo que huyó a México.

El protagonismo de José Almoina se vio solapado por otra víctima de Trujillo, el destacado nacionalista vasco Jesús de Galíndez, con el que coincidió en el exilio caribeño.

‘Nomes e Voces’: Más de 14.000 represaliados
Una de las contadas bases de datos de víctimas gallegas de la guerra civil a la que se puede recurrir hoy en día es la del proyecto de investigación ‘Nomes e Voces’, que alberga 14.386 represaliados, tras el golpe de Estado de julio de 1936. Ésta es una cifra orientativa. Está en permanente actualización. Recoge, sobre todo, los casos de ajusticiados y encarcelados en Galicia, aunque también aparecen personas sancionadas económicamente por sus convicciones.Este grupo de investigación está dirigido por el catedrático de Historia Contemporánea, Lourenzo Fernández Prieto. Sus principales fuentes de información son las causas militares y los registros civiles de defunción.

Fuera de Galicia
Entre los represaliados que recoge la base de datos de ‘Nomes e Voces’ fi guran 114 muertos en el extranjero, en campos de exterminio nazi, y otros 183 en prisiones del resto de España, como en la masiva fuga del fuerte de San Cristóbal (Navarra), en la que una cuarta parte de los207 abatidos a tiros era de Galicia.