viernes, 4 de septiembre de 2009

"La poesía es un arma cargada de futuro"
Porciones de tierra de distintas comunidades de España se esparcieron este jueves sobre la tumba del poeta chileno Pablo Neruda, frente al Océano Pacífico, en homenaje a su gestión para refugiar en Chile a unos 2.000 españoles que huían de la guerra civil, arribo que hoy cumplió 70 años.

Sobrevivientes del carguero Winnipeg --barco que trajo consigo a más de 2.000 refugiados españoles-- y sus descendientes llegaron hasta la casa del poeta, en donde también descansan sus restos, y desfilaron frente a la tumba de Neftalí Reyes, verdadero nombre del vate chileno.

La casa de Neruda --una de las tres que poseía en Chile-- se ubica en un acantilado frente al Océano Pacífico en Isla Negra (110 Km. al oeste de Santiago), región de Valparaíso, en la zona central de Chile, y hoy está convertida en museo.

Según explicó el pintor José Balmes --quien viajó en el Winnipeg cuando tenía 12 años-- de los 2.000 inmigrantes sobreviven actualmente unos 180.

Del homenaje también participó el Coro Vasco, que precisamente tuvo su origen a bordo de la embarcación y cuyos nuevos integrantes lo han perpetuado hasta la actualidad.

En la vivienda del Nobel de Literatura (1971), se hicieron proclamas en favor de Neruda y en contra del régimen de Francisco Franco, quien lideró el golpe militar en España que desencadenó en la guerra civil española (1936-1939), y de la que ellos debieron huir.

El miércoles, la presidenta chilena, Michelle Bachelet, agradeció el aporte que los inmigrantes españoles han hecho a la cultura chilena. "A todos ellos les debemos parte de la fisonomía que Chile ha llegado a tener hoy", dijo la mandataria en una ceremonia de conmemoración.

Para encarar sus gestiones, Neruda fue designado cónsul para la emigración española en Francia por el presidente chileno de la época, Pedro Aguirre Cerda.

El poeta agrupó a los refugiados --quienes permanecían en campos de concentración franceses-- hasta que el 3 de septiembre de 1939 zarparon del puerto de Trompeloup, en Francia. La travesía hacia Chile duró un mes.

Winnipeg 70 años de su arribo a Chile

Se celebró en estos días el 40 aniversario de un viaje al espacio, de una llegada a un lugar más que remoto – la luna – y de un paso pequeño para el hombre, pero un gran paso para la humanidad. El triunfo del hombre sobre las estrellas, la demostración que no hay fronteras que nuestra sociedad no pueda cruzar. Es decir la prosa grandilocuente que se acostumbra en estos casos. Es una efeméride de gran importancia – no cabe duda - científica, tecnológica y también – porque no decirlo – económica. Los medios de comunicación nos lo recuerdan día si, día también.

Hay otras efemérides. Otras historias, a escala mas humana y mas local, que no tuvieron la posibilidad de ser filmadas, ni retransmitidas por el orbe y que a pesar de ello aún pueden ser recordadas ya que son mas cercanas a nosotros y a que tienen en si mismas lo mejor del ser humano, su humanidad. No estoy en contra de celebrar la llegada del hombre a la luna, faltaría mas, es que estoy mas a favor – en este mundo inconcientemente globalizado – de las historias de hombres, mujeres y niños, de celebrar las verdaderamente humanas.

El siguiente relato, es para muchos inexistente, no por que no haya sucedido, más bien porque no ha sido lo suficientemente
Recorriendo los cerros de Valparaíso, ciudad y puerto principal de Chile y de cómo coincidimos, en la deuda histórica que se tiene con un barco, el Winnipeg, con sus “pasajeros”, con un poeta, con una historia que, sin dudarlo, merece ser contada y recordada. Es la historia de una travesía que empieza en el océano Atlántico y termina en el océano Pacifico y de como la blanca estela que dejara en estos océanos se transformó en un surco en tierras lejanas donde llegaron semillas que germinaron y seguirán germinando. Esta es la historia:

Cuando en 1939 le nombran cónsul especial en Paris, Neftali Reyes Basualto no imaginaba – o puede que sí – que estaba apunto de iniciar el camino que le llevaría a realizar su mejor obra.

Él mismo, meses antes – con el pseudónimo de Pablo Neruda, como se le conoce – le había propuesto a Pedro Aguirre Cerda, entonces Presidente de Chile, llevar a ese país profesionales que huían de la guerra civil española o que estaban en campos de hacinamiento en Francia. La respuesta fue “sí, tráigame vascos, castellanos y extrémenos, … tenemos trabajo para ellos…”



Refugidos españoles en el campo francés de Saint Cyprien.
Neruda sentía en sus entrañas el dolor de esas gentes, su conciencia humanista, su alma sensible de poeta y los recuerdos de García-Lorca – y de su asesinato -, de la generación del 27 y de otros, entre ellos los poetas vascos Gabriel Celaya, Blas de Otero, el cual le dedica su poema “Guernica”, le susurraban, a veces, le gritaban, las mas, que algo se debía hacer.

Así empieza a dar forma en su cabeza el viaje del Winnipeg, un destartalado carguero de 5000 toneladas que nunca llevó más de setenta u ochenta personas a bordo, además de cacao, sacos de café y de arroz. Ahora le estaba destinado un cargamento más importante: la esperanza. Uno de los viajeros recuerda del como subió al barco: ¿Usted es trabajador de corcho? – le preguntó Neruda -, sí señor dijo el hombre con siete hijos. Hay una equivocación porque en Chile – replicó el poeta – no hay alcornoques. Pues los habrá de ahora en adelante respondió. Suba al barco. Usted es de los hombres que se necesitan”.

Luego de habilitar con literas los seis pisos de las bodegas, alrededor de 2000 personas, vascos muchos de ellos, iniciarían un viaje de vida y hacia la vida misma.

En efecto, el Winnipeg es el símbolo de la lucha de unos hombres para la dignidad de otros, de empeñar parte de la vida propia para brindársela a otros, en definitiva del triunfo de la “humanidad” sobre la sinrazón.

El cuatro de agosto de 1939, zarpa la vetusta nave desde el puerto francés de Pauillac. Muchos de sus “pasajeros” no sabían a que país extraño y exótico se dirigían. Otros decían que su destino estaba en el extremo sur de América pero no sabían en qué punto del mapa situarlo, no importaba. El viaje sería largo y difícil pero a buen seguro – de llegar a destino - les esperaba una vida mejor.


Recorrido del Winnipeg
2ª Parte
Pero había peligros que debieron sortear: submarinos alemanes que atacaban embarcaciones y la posibilidad siempre constante que buques franquistas les abordasen y devolviesen al infierno de la guerra. Sin contar con el hacinamiento de 2000 almas en una embarcación no construida para tal número, que hacía de la travesía, una penosa odisea. Pero entre todas esas penurias, también hubo tiempo para la esperanza, bodas a bordo, nacimientos, e incluso el habilitar botes salvavidas en una especie de tálamo amatorio para la intimidad de las parejas.

Al pasar por el canal de Panamá se presentó otro problema y es que no se había contado con el peaje que se debe pagar por cruzarlo. Una vez solventado el pago se alcanza el Océano Pacifico. Una nueva vida estaba cada vez mas cerca. Lejos cada vez mas lejos el horror y la desesperanza.


Pablo Neruda con parte de los "viajeros"

Quiso el destino que el primero en subir al Winnipeg, una vez en el puerto de Valparaíso, fuese un joven Salvador Allende Gossens, medico y ministro de salud, el que encabezara un equipo con la misión de atender las condiciones en que los “nuevos chilenos” llegaban. El mismo Allende del discurso de las grandes alamedas por donde pasearía el hombre libre para construir una sociedad mas justa. Era el 3 de septiembre de 1939.

Después del reconocimiento de rigor, los recién llegados fueron acogidos y distribuidos por la loca geografía de aquel país. Cada “pasajero” del Winnipeg, en cualquier lugar de Chile donde se instaló, retribuyó con lo mejor de si, tanto en las artes, en el comercio, en las ciencias, agradeciendo de ese modo a una tierra y a un poeta que encarnaron más que una “liberación”, un proyecto de vida en paz y libertad.

Vivimos tiempos en los que los iconos son más importantes que las personas. En el caso de Neruda, sabemos de un poeta universal y premio Nóbel de literatura, pero esa dimensión nos aleja de la persona y de su verdadera obra, la de dimensión humana. Sucede con Salvador Allende y con Víctor Jara (director de teatro y cantautor, el de “Te Recuerdo Amanda”), la dimensión de su trágica muerte, no debe empañar el cómo vivieron. Nos legaron con su obra – la profesional y la vital – herramientas de vida. Coincido también con Jorge Coulon en esto. Lo dice Víctor Jara (su amigo) en la canción “Vientos del Pueblo” que interpreta Inti Illimani: “…así cantara el poeta, mientras el alma me suene por los caminos del pueblo, desde ahora y para siempre”.

Si visitan Chile, acérquense a Isla Negra y a la casa de Neruda, podrán entre las olas del mar y caracolas, entre mascarones de proa y una vieja locomotora a vapor, ver el pasaporte diplomático de Neftali Reyes Basualto y hasta es posible que el rumor del mar, les haga oír las voces de los pasajeros del Winnipeg.

Hasta aquí este hermoso relato que nos regala Hans Hoffmann.
Desde este rincón del mundo saludamos este aniversario de un viaje tan heroico como fecundo.
Es muy posible que las voces de esos pasajeros del Winnipeg se hayan impregnado en más de un rincón de esta tierra haciéndolas canto, el canto de todos.

Artículo de autoría de Hans Hoffmann,

*********

jueves, 3 de septiembre de 2009

Chile homenajea a los exiliados españoles que viajaron en el barco de Neruda
Público, - 3 Septiembre 2009 Se cumplen 70 años de la llegada de los más de 2.300 refugiados embarcados en el WinnipegPÚBLICO.ES/EFE – Santiago de Chile – 03/09/2009 11:48

La presidenta de Chile Michelle Bachelet ha valorado la contribución que los exiliados republicanos españoles hicieron a su país, en la celebración del 70 aniversario de la llegada del barco Winnipeg con unos 2.366 refugiados procedentes de la península ibérica.

La presidenta ha denunciado las injusticias a las que tuvieron que hacer frente los exiliados de la guerra civil española (1936-1939) durante la conmemoración celebrada hoy en la casa presidencial de La Moneda, enmarcada en una semana de actos conmemorativos.

“Fue muy alto el costo humano de no poder convivir en la libertad y en la diversidad”, ha señalado la presidenta, quien se ha referido al final de la guerra civil española como un período de dictadura “que dejó una huella muy profunda de intolerancia y de persecución”.

Bachelet ha señalado la importancia de que, pasados los años, se luche por garantizar los derechos humanos, y ha expresado su satisfacción de que “España sea hoy un país moderno, democrático, progresista, en el que conviven todas las corrientes culturales, políticas y religiosas”.

El barco de Pablo

Además, ha elogiado el papel del poeta Pablo Neruda y del gobierno chileno de Pedro Aguirre Cerdá (1938-1941), que en 1939 organizaron ese viaje para ofrecer a más de 2.300 republicanos un futuro fuera de los campos de concentración franceses donde miles de exiliados se refugiaban.

A la ceremonia asistieron unos cuarenta pasajeros del Winnipeg que fueron recibidos con un emotivo aplauso por las autoridades chilenas, por el embajador español en Chile, Juan Manuel Cabrera, y por representantes de diversos organismos internacionales.

La cita ha comenzado con los discursos de los historiadores Jaime Ferrer y Julio Gálvez que relataron la historia de la travesía del Winnipeg y destacaron el aporte de los pasajeros del carguero francés a la cultura, el arte y el desarrollo industrial y comercial de Chile.

En el acto han participado un coro catalán y un grupo de sevillanas, y en él se ha exhibido un documento audiovisual con fotografías, dibujos y vídeos de la guerra civil española, los republicanos en el exilio y la travesía del Winnipeg.

En la proyección se ha incluído el relato de Agnes América Winnipeg Alonso, una mujer que nació durante la travesía del carguero, perteneciente al Partido Comunista francés.

Un viaje sin retorno

Pablo Neruda conoció la situación de los refugiados españoles en campos de concentración franceses durante su etapa de cónsul chileno en Barcelona y Madrid.

A su regreso a Chile, en 1937, convenció al entonces presidente Pedro Aguirre Cerda para fletar un barco para trasladar a algunos refugiados a Chile para ofrecerles una vida mejor.

En 1939, el poeta viajó a Francia con este propósito, donde recibió miles de solicitudes de españoles refugiados que querían embarcarse en el Winnipeg rumbo al continente americano.

Ayudado por el ex gobierno republicano español, Neruda seleccionó las familias de refugiados que partieron desde el puerto Trompeloup-Pauillac, cerca de Burdeos, el 4 de agosto de 1939. Llegó a Chile un mes después con miles de pasajeros que no tuvieron la oportunidad de regresar a su patria.

Una de ellas fue Elvira Alonso, que a los doce años se embargó junto a su familia en el carguero, cuyas literas eran un lujo comparadas con los montones de paja sobre los que dormían en los campos de concentración, y aún hoy recuerda que lo primero que encontró al llegar a Chile fue “paz”.

Desmontando mitos

Los exiliados Víctor Pey y Roser Bru, y los historiadores Jaime Ferrer y Julio Gálvez, participaron en una charla para desmentir varias de las leyendas que circulan en torno al Winnipeg y sus tripulantes en la que, además, contaron anécdotas de su viaje a Chile junto a alrededor de 2.300 refugiados más.

En contra de algunas versiones que salieron publicadas, el historiador Julio Gálvez ha afirmado que en el barco “sí embarcaron muchos anarquistas”, hecho que fue corroborado por uno de los asistentes al acto, quien se identificó como el hijo y nieto de anarquistas que viajaron en el Winnipeg.

El historiador ha señalado que algunas publicaciones, basadas en el libro El éxodo, de Solano Palacios, un anarquista que viajaba en el Winnipeg, señalaron la ausencia de anarquistas en el barco. A pesar de que hay documentos que certifican que Neruda prefería que no hubiese anarquistas a bordo, el listado de pasajeros incluyó a muchas personas de esa ideología, ha indicado Gálvez.

El historiador ha señalado que Solano escribió una visión politizada de la travesía, donde calificaba a las mujeres que fumaban de “prostitutas” y a los veintitrés miembros de la tripulación chilena del Winnipeg de “borrachos”.

Los historiadores Jaime Ferrer y Julio Gálvez afirmaron que en el Winnipeg viajó “gente de todas las regiones de España” y con “oficios de todo tipo”, pertenecientes a hasta 33 movimientos y partidos políticos distintos, según las fichas de los pasajeros que se encontraron.

Víctor Pey, pasajero del Winnipeg, ha contado su salida de España y ha señalado que “entre 300.000 y 500.000 personas” se agolparon en la frontera entre España y Francia huyendo del dictador Francisco Franco. “Yo y mi hermano atravesamos los Pirineos con una brújula durante tres días y tres noches de invierno”, ha agregado.

La pintora Roser Bru ha declarado que el Gobierno chileno pidió que entre los pasajeros del Winnipeg se encontraran profesionales de todo tipo, con el fin de que pudiesen aportar conocimientos al pueblo chileno, y descartó que solo hubiese gente afiliada al Partido Comunista.

http://www.publico.es/internacional/248476/chile/homenajea/exiliados/espanoles/viajaron/barco/neruda