Los últimos de Varsovia no quieren que la democracia española les olvide
17.08.08 - P. S.
«En los años 50 llegamos a ser unos 300 españoles en Polonia. La mayoría vivíamos en Varsovia y en las zonas mineras de Silesia (sur del país). A pesar de la dureza del exilio, éramos bastante felices», recuerda Consuelo. La mayoría de ellos eran comunistas que abandonaron el país tras el triunfo del alzamiento franquista. Casi todos han fallecido o regresaron a España después de la muerte del dictador.
En Varsovia, además de Consuelo, sólo quedan cuatro, muy mayores y enfermos. María San Sebastián es la decana del grupo: tiene 100 años y quiere seguir viviendo mientras el cuerpo aguante. También aragonesa, reside desde medio siglo en Varsovia, donde derrocha agradecimiento al pueblo polaco porque le brindó el cariño y apoyo que le negaron las democracias europeas tras la victoria del general Franco.
La castellana Francisca Sacristán tiene 90 años recién cumplidos. No llegó a Polonia como refugiada política, pero estaba casada con un comunista español que sí tuvo que escapar de las garras del franquismo. Jaime Bové es catalán y tiene 85 años. Polonia le abrió sus puertas y su corazón. Está muy enfermo y ya apenas se levanta de la cama. Ni siquiera pudo acudir al cumpleaños de su buena amiga Francisca.
Enriqueta Roca también es aragonesa, como Consuelo y María, y como ellas vivió muchos años en Cataluña antes de exiliarse. Nadie sabe con certeza su edad. Ella, coqueta, la oculta.
Los últimos cinco exiliados españoles que sobreviven en Varsovia no quieren que la España democrática les olvide. «Hicimos lo que teníamos que hacer y no queremos medallas, sólo pedimos que España se acuerde de nosotros porque también somos españoles y queremos a nuestro país», pide Consuelo.
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