viernes, 4 de septiembre de 2009

Winnipeg 70 años de su arribo a Chile

Se celebró en estos días el 40 aniversario de un viaje al espacio, de una llegada a un lugar más que remoto – la luna – y de un paso pequeño para el hombre, pero un gran paso para la humanidad. El triunfo del hombre sobre las estrellas, la demostración que no hay fronteras que nuestra sociedad no pueda cruzar. Es decir la prosa grandilocuente que se acostumbra en estos casos. Es una efeméride de gran importancia – no cabe duda - científica, tecnológica y también – porque no decirlo – económica. Los medios de comunicación nos lo recuerdan día si, día también.

Hay otras efemérides. Otras historias, a escala mas humana y mas local, que no tuvieron la posibilidad de ser filmadas, ni retransmitidas por el orbe y que a pesar de ello aún pueden ser recordadas ya que son mas cercanas a nosotros y a que tienen en si mismas lo mejor del ser humano, su humanidad. No estoy en contra de celebrar la llegada del hombre a la luna, faltaría mas, es que estoy mas a favor – en este mundo inconcientemente globalizado – de las historias de hombres, mujeres y niños, de celebrar las verdaderamente humanas.

El siguiente relato, es para muchos inexistente, no por que no haya sucedido, más bien porque no ha sido lo suficientemente
Recorriendo los cerros de Valparaíso, ciudad y puerto principal de Chile y de cómo coincidimos, en la deuda histórica que se tiene con un barco, el Winnipeg, con sus “pasajeros”, con un poeta, con una historia que, sin dudarlo, merece ser contada y recordada. Es la historia de una travesía que empieza en el océano Atlántico y termina en el océano Pacifico y de como la blanca estela que dejara en estos océanos se transformó en un surco en tierras lejanas donde llegaron semillas que germinaron y seguirán germinando. Esta es la historia:

Cuando en 1939 le nombran cónsul especial en Paris, Neftali Reyes Basualto no imaginaba – o puede que sí – que estaba apunto de iniciar el camino que le llevaría a realizar su mejor obra.

Él mismo, meses antes – con el pseudónimo de Pablo Neruda, como se le conoce – le había propuesto a Pedro Aguirre Cerda, entonces Presidente de Chile, llevar a ese país profesionales que huían de la guerra civil española o que estaban en campos de hacinamiento en Francia. La respuesta fue “sí, tráigame vascos, castellanos y extrémenos, … tenemos trabajo para ellos…”



Refugidos españoles en el campo francés de Saint Cyprien.
Neruda sentía en sus entrañas el dolor de esas gentes, su conciencia humanista, su alma sensible de poeta y los recuerdos de García-Lorca – y de su asesinato -, de la generación del 27 y de otros, entre ellos los poetas vascos Gabriel Celaya, Blas de Otero, el cual le dedica su poema “Guernica”, le susurraban, a veces, le gritaban, las mas, que algo se debía hacer.

Así empieza a dar forma en su cabeza el viaje del Winnipeg, un destartalado carguero de 5000 toneladas que nunca llevó más de setenta u ochenta personas a bordo, además de cacao, sacos de café y de arroz. Ahora le estaba destinado un cargamento más importante: la esperanza. Uno de los viajeros recuerda del como subió al barco: ¿Usted es trabajador de corcho? – le preguntó Neruda -, sí señor dijo el hombre con siete hijos. Hay una equivocación porque en Chile – replicó el poeta – no hay alcornoques. Pues los habrá de ahora en adelante respondió. Suba al barco. Usted es de los hombres que se necesitan”.

Luego de habilitar con literas los seis pisos de las bodegas, alrededor de 2000 personas, vascos muchos de ellos, iniciarían un viaje de vida y hacia la vida misma.

En efecto, el Winnipeg es el símbolo de la lucha de unos hombres para la dignidad de otros, de empeñar parte de la vida propia para brindársela a otros, en definitiva del triunfo de la “humanidad” sobre la sinrazón.

El cuatro de agosto de 1939, zarpa la vetusta nave desde el puerto francés de Pauillac. Muchos de sus “pasajeros” no sabían a que país extraño y exótico se dirigían. Otros decían que su destino estaba en el extremo sur de América pero no sabían en qué punto del mapa situarlo, no importaba. El viaje sería largo y difícil pero a buen seguro – de llegar a destino - les esperaba una vida mejor.


Recorrido del Winnipeg
2ª Parte
Pero había peligros que debieron sortear: submarinos alemanes que atacaban embarcaciones y la posibilidad siempre constante que buques franquistas les abordasen y devolviesen al infierno de la guerra. Sin contar con el hacinamiento de 2000 almas en una embarcación no construida para tal número, que hacía de la travesía, una penosa odisea. Pero entre todas esas penurias, también hubo tiempo para la esperanza, bodas a bordo, nacimientos, e incluso el habilitar botes salvavidas en una especie de tálamo amatorio para la intimidad de las parejas.

Al pasar por el canal de Panamá se presentó otro problema y es que no se había contado con el peaje que se debe pagar por cruzarlo. Una vez solventado el pago se alcanza el Océano Pacifico. Una nueva vida estaba cada vez mas cerca. Lejos cada vez mas lejos el horror y la desesperanza.


Pablo Neruda con parte de los "viajeros"

Quiso el destino que el primero en subir al Winnipeg, una vez en el puerto de Valparaíso, fuese un joven Salvador Allende Gossens, medico y ministro de salud, el que encabezara un equipo con la misión de atender las condiciones en que los “nuevos chilenos” llegaban. El mismo Allende del discurso de las grandes alamedas por donde pasearía el hombre libre para construir una sociedad mas justa. Era el 3 de septiembre de 1939.

Después del reconocimiento de rigor, los recién llegados fueron acogidos y distribuidos por la loca geografía de aquel país. Cada “pasajero” del Winnipeg, en cualquier lugar de Chile donde se instaló, retribuyó con lo mejor de si, tanto en las artes, en el comercio, en las ciencias, agradeciendo de ese modo a una tierra y a un poeta que encarnaron más que una “liberación”, un proyecto de vida en paz y libertad.

Vivimos tiempos en los que los iconos son más importantes que las personas. En el caso de Neruda, sabemos de un poeta universal y premio Nóbel de literatura, pero esa dimensión nos aleja de la persona y de su verdadera obra, la de dimensión humana. Sucede con Salvador Allende y con Víctor Jara (director de teatro y cantautor, el de “Te Recuerdo Amanda”), la dimensión de su trágica muerte, no debe empañar el cómo vivieron. Nos legaron con su obra – la profesional y la vital – herramientas de vida. Coincido también con Jorge Coulon en esto. Lo dice Víctor Jara (su amigo) en la canción “Vientos del Pueblo” que interpreta Inti Illimani: “…así cantara el poeta, mientras el alma me suene por los caminos del pueblo, desde ahora y para siempre”.

Si visitan Chile, acérquense a Isla Negra y a la casa de Neruda, podrán entre las olas del mar y caracolas, entre mascarones de proa y una vieja locomotora a vapor, ver el pasaporte diplomático de Neftali Reyes Basualto y hasta es posible que el rumor del mar, les haga oír las voces de los pasajeros del Winnipeg.

Hasta aquí este hermoso relato que nos regala Hans Hoffmann.
Desde este rincón del mundo saludamos este aniversario de un viaje tan heroico como fecundo.
Es muy posible que las voces de esos pasajeros del Winnipeg se hayan impregnado en más de un rincón de esta tierra haciéndolas canto, el canto de todos.

Artículo de autoría de Hans Hoffmann,

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

hola mi nombre es juan carlos cordero guasch y busco datos de
salvador guasch oliver que figura en la lista del winnipeg pero no ay documentos de el en ningun lado
quiriera saber si ay alguna lista de los que llegaron a valparaiso yo
e mirado y preguntado en todas parte y nadien sabe nada muchas
gracia mi correo es guaschjuan@hotmail.com para el que
pueda ayudarme yo vivo en madrid españa hasta pronto

juan carlos dijo...

hola busco documentos de mi abuelo
salvador guasch oliver que figura
en la lista del winnipeg quisiera una lista con lo que llegaron a valparaiso si la ay lo agredeceria
mucho yo e mirado y preguntado por
todos lado y nadien sabe nada ni el gobierno español ni el chileno
para quen me pueda ayudar mi
correo es guaschjuan@hotmail.com
y mi nombre es juan carlos cordero guasch y vivo en madrid españa
cualquer documento sobre salvador guasch oliver muchas gracia y hasta pronto