CLARIN DIGITAL DOMINGO 14 DE ABRIL DE 1996
En el Bar Iberia ubicado en Avenida de Mayo y Salta se colocó una placa en homenaje del 75 Aniversario del Advenimiento de la República .
Este artículo trata sobre el sígnificado emblemático de la Avenida de Mayo y la Guerra Civil Española. Asimismo, sobre la ayuda y compromiso de miles y miles de argentinos con la causa republicana.
Dirigente juvenil del Partido Comunista Argentino, Fany Edelman se enroló como voluntaria en la Guerra Civil. A los 82 años, esta mujer de prolijo rodete, en quien la coquetería parece una condición de la longevidad, recuerda aquel tiempo en España como su edad de esplendor, la instancia en que su vida tuvo un sentido más pleno. "La solidaridad con el Frente Popular fue enorme "recuerda Edelman". Uno de los motores de esa ayuda era el Patronato Español de Ayuda a las Víctimas de la Represión en Asturias, creado dos años antes a raíz de la represión de los mineros huelguistas. De inmediato se constituyó el Comité de Ayuda al Pueblo Español, y luego decenas de otros comités, creo que casi doscientos, desde Jujuy hasta Tierra del Fuego." Edelman recuerda que la Argentina enviaba embarques semanales de sopas concentradas, que las descendientes de españoles tejían bufandas para el ejército popular. Los niños juntaban papel plateado, que luego era vendido y convertido en donaciones. La ayuda espontánea fue tan masiva, que la Argentina se ubicó como segundo país, después de Francia, en el caudal de ayuda popular a la República. En la esfera del poder, el gobierno de facto de Agustín P. Justo procuraba disimular su simpatía por los militares sublevados, pero la prensa argentina se inclinó enérgicamente en favor de los republicanos, con el viejo diario Crítica a la cabeza. Su director, Natalio Botana, tendría una permanente militancia en favor de los republicanos a lo largo de dos décadas. Angel Nañez, que llegó a Buenos Aires en 1940, evoca las colectas promovidas en la redacción del diario, y que el propio Botana reunía el dinero que mensualmente era entregado a las familias de refugiados, hasta que encontraran trabajo. La colectividad peleaba su propia guerra a la distancia. Los españoles de Buenos Aires recuerdan que en la Avenida de Mayo funcionaba algo así como un comando de simpatizantes y detractores de la República. En las esquinas de la avenida y Salta, dos bares nucleaban a los unos y a los otros: en el Iberia, los republicanos; en el Español, los franquistas. El lenguaje era la provocación, y las escenas, propias de una taberna. Allí se esperaba la caída de la tarde y las noticias del día. Las ruedas se prolongaban hasta medianoche, y no faltaba en la semana una jornada de roces, con sillas y tazas volando por el aire. Mientras Libertad Lamarque y Fernando Ochoa daban recitales a beneficio en el Luna Park, en San Juan se realizaba una campaña de donaciones recogidas por el club de ciclistas. El mismo año de la sublevación comenzaba a editarse en Buenos Aires La Voz de España, un medio que luego se transformaría en el republicano La Nueva España, con una tirada semanal de 60.000 ejemplares. A raíz de la persecución de algunos grupos profranquistas "uno de cuyos portavoces prestigiosos era el notable narrador argentino Arturo Cancela", La Nueva España acabó alquilando una isla en el Tigre, Los Pinos, donde se cobraba 20 centavos para participar de un picnic. En una respuesta institucional al problema planteado por los argentinos que sí se sentían atrapados en un conflicto ajeno, en 1936 y 1937, partían a Alicante el crucero ARA "25 de Mayo" y el torpedero "Tucumán", para repatriar argentinos y refugiados de otras nacionalidades latinoamericanas. La República había dispuesto ese puerto valenciano como punto de evacuación de los extranjeros. En 1937 Fany y su esposo, Bernardo Edelman, partían finalmente a París. Tenían 25 años y su llegada a España fue organizada por el Socorro Popular Francés. Edelman recuerda una Madrid de pesadillas, llena de bolsas de arena, con que los habitantes se protegían de los tiroteos. Bernardo trabajaba como corresponsal para el diario La Nueva España, mientras ella trabajaba para el Socorro Solidario en Valencia. Fany también presidía la Federación Democrática Internacional de Mujeres, lo que le permitió estar en contacto con Dolores Ibarruri. Dice Edelman: "En la Pasionaria se conjugaba todo. Era muy alta y apuesta, siempre vestida de negro y tenía una oratoria conmovedora. Yo creo que su presencia definió mucho la actitud del pueblo español". Fany cuenta que "el Socorro concentraba toda la ayuda internacional, de modo que allí acudían los soldados, pero también los jefes militares y la intelectualidad más significativa de España". Fue allí que la pareja de argentinos conoció a Antonio Machado, cuyo hermano, Manuel, era franquista, y también al poeta Miguel Hernández. "La actividad era frenética en el gran salón del Socorro", "recuerda Fany, quien tuvo a su cargo la organización de la campaña de solidaridad del 37". "Ese invierno Machado llamó a los españoles a desprenderse de sus pertenencias para contribuir a la guerra.
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